Finalmente, llegamos  a Navidad 2025 con el ánimo dispuesto a celebrar no lo ya vivido, sino más bien, la satisfacción de haber superado las múltiples dificultades políticas, sociales, económicas y morales, sin perder la dignidad y el respeto personal que guía nuestra existencia. Y aquí estaremos, con la simbólica copa en alto el día 24 a la 0 hora, para recibir la llegada del Niño Dios con cristiana alegría. Depositamos nuestra fe en Él para llenar el cántaro de esperanzas para los días por venir. Celebrar que podemos levantar la copa -no importa si llena o vacía- en medio de las sonrisas y abrazos  de seres queridos para recibir juntos la llegada del  Niño Dios aquieta, embarga  compromete y alegra  el alma. Más allá de nuestras dificultades e insatisfacciones diarias, olvidemos por un instante nuestras pretensiones y angustias. Unidos y cubiertos por el manto del amor cristiano y familiar, hagamos fuerzas y  brindemos -no importa con qué- por la llegada del Niño Dios  para enriquecer nuestra existencia en paz y felicidad. Permítame, de corazón, unirme a su brindis personal  con un inmenso ¡Salud y felicidad!

Darío Albornoz                                     

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